Su dedo
se detuvo en seco cuando un video apareció en Instagram. Un reel oscuro, casi
escondido entre las publicaciones habituales de autos y mujeres perfectas.
En el
video decían: “pon esto en tu ordenador”. El título, en letras distorsionadas,
decía: "El código que te hace ver lo que no debes."
El video
era corto, borroso, pero había algo en él que no podía ignorar. Mostraba a
alguien tecleando una serie de comandos mientras la cámara temblaba
ligeramente, como si quien grababa estuviera nervioso. De fondo, un ruido
metálico, algo que parecía lejano, pero intrigante.
El
narrador hablaba en un tono bajo, casi un susurro: "Este código... abre
una puerta. No es lo que piensas, no es solo un programa. Mira más allá... si
te atreves."
Diego
sonrió con incredulidad. Seguro no era más que otro truco viral, pero había
algo en la voz y en los símbolos parpadeantes en la pantalla que le provocó una
curiosa inquietud. Antes de darse cuenta, ya había anotado el código en una
libreta vieja de Snoopy.
Esa misma
noche, cuando la ciudad dormía y el silencio se volvía pesado, se acercó a su
computadora. Una extraña sensación lo acompañaba mientras tecleaba las primeras
líneas del código que había visto. La pantalla proyectaba su reflejo sobre el
oscuro monitor, pero a medida que avanzaba, notaba cómo las sombras en la
habitación parecían alargarse, como si la propia luz evitara ciertos rincones.
El código
se ejecutó de manera impecable, aunque algo en el fondo de su mente le decía
que debía detenerse. Y entonces, las primeras líneas de símbolos comenzaron a
aparecer en su pantalla. No eran simplemente números o letras; tenían una
estructura, un patrón... algo que parecía querer decir más de lo que su simple
programación permitía.
Por un
instante, el aire en el cuarto pareció cambiar. Una sensación densa, cargada,
se apoderó de todo el espacio. El suave zumbido de la computadora se convirtió
en el único sonido, casi ensordecedor en la quietud.
Diego
intentó cerrar el programa, pero su cursor no respondió. El sistema parecía
haber tomado vida propia. Los símbolos en la pantalla se movían con una
precisión inquietante, alineándose en formas que, aunque no comprendía, le
resultaban perturbadoramente familiares. Como si alguna parte de él ya los
hubiera visto en otro tiempo, en otro lugar.
Entonces,
un mensaje apareció, simple pero devastador:
"¿Estás
viendo lo que yo veo?"
El escalofrío que recorrió su espalda fue inmediato. Nadie más tenía acceso a su computadora. ¿Cómo era posible que alguien estuviera al tanto? De repente, se sintió expuesto, vulnerable. La pantalla parpadeó, y la habitación, que antes había sido su refugio, ahora parecía un lugar hostil, lleno de sombras que lo acechaban.
Diego se quedó paralizado por unos minutos, como si alguna presencia lo
estuviera agarrando y no lo dejara moverse, los nervios corrían por todo su
ser, quería gritar y no podía, como quien siente que se le “ha subido el
muerto”. El mensaje en el monitor parecía desafiar su sentido de la realidad.
Trató de despejarse la mente, de encontrar alguna explicación racional, pero
las sombras en la habitación parecían moverse de manera inquietante, como si
también estuvieran absorbiendo el caos que se desataba en la pantalla.
Decidió desconectar la computadora. El clic del interruptor fue seguido por un silencio sepulcral. Pero en cuanto la luz de la pantalla se apagó, notó que la habitación se había enfriado, y el aire parecía volverse más denso, cargado con una presencia invisible.
No podía dejar de pensar en el mensaje. Buscó en el foro de la deep web
desde su celular, tratando de encontrar algún otro rastro de este
"Algoritmo de la Oscuridad". Los usuarios del foro hablaban en
acertijos, compartiendo experiencias perturbadoras de cómo sus propios
proyectos habían tomado una vida propia. Cada relato parecía corroborar la
creciente sensación de que algo malo ocasionaba ese código, pero nadie decía
algo concreto.
A la mañana siguiente, Diego despertó en su sofá. Había trabajado hasta
tarde de buscar algo, y su mente estaba cansada. La computadora estaba apagada,
pero el monitor reflejaba en la pantalla su cuarto distorsionado, como si la
pantalla hubiera captado algo más que simples datos.
Intentó ignorarlo, pero a medida que pasaban las horas, la inquietud se
hacía cada vez más intensa. Las imágenes que había visto anoche, esas formas y
símbolos, parecían haber quedado grabadas en su mente. De repente, comenzó a
notar pequeñas anomalías en su entorno: objetos que parecían moverse solos,
sonidos inexplicables que venían de lugares que no podía identificar, sentía
que alguien le gritaba, pero todo estaba en silencio.
En un intento de recuperar la normalidad, Diego decidió salir de casa.
Caminó por las calles, tratando de distraerse. Pero no podía escapar de la
sensación de ser observado. Cada rostro que pasaba parecía un reflejo de las
sombras que había visto en su pantalla.
De regreso en su casa, la curiosidad se había convertido en una
obsesión. Decidió volver a encender la computadora, ignorando el temor que tenia.
Volvió a ejecutar el código, esta vez con la esperanza de entender lo que había
desatado. Pero al hacerlo, el algoritmo parecía haber cambiado. Las imágenes en
la pantalla se volvían cada vez más oscuras, y los símbolos parecían
distorsionarse en formas grotescas y amenazantes.
Una notificación emergió en la pantalla, esta vez sin ningún texto, solo una
serie de números que parpadeaban en un patrón inquietante. Diego sintió un
escalofrío recorrer su cuerpo al darse cuenta de que esos números no eran
aleatorios; formaban un mensaje secreto. Decidió decodificarlo, pero lo
que descubrió fue una serie de coordenadas y una fecha que no podía comprender.
Esa noche, mientras la lluvia golpeaba las ventanas, Diego no pudo dormir. La sensación de ser observado se intensificó. Se sentó frente a la computadora, mirando fijamente los números que seguían parpadeando en la pantalla. Algo en su interior le decía que no debía continuar, pero la curiosidad era demasiado fuerte.
De repente, un sonido retumbante llenó la habitación, como si algo estuviera
rompiendo la barrera entre el mundo digital y el físico. Las luces comenzaron a
parpadear, y las sombras en las paredes se retorcían de manera imposible. El
aire estaba cargado con una energía que no podía comprender.
Diego se levantó de un salto, pero antes de que pudiera reaccionar, la
pantalla se volvió negra y apareció un nuevo mensaje, escrito en letras grandes
y temblorosas:
"La puerta está abierta. ¿Estás listo para lo que vendrá?"
El corazón de Diego latía con fuerza en su pecho. Sabía que había cruzado
una línea que no podía deshacer. Se encontraba al borde de un abismo, y el
misterio que había desatado ahora lo envolvía por completo.
El monitor volvió a mostrar los símbolos, pero esta vez parecían formar una
figura humana, una figura que estaba mirando directamente a Diego. En un
parpadeo, los símbolos se transformaron en una sombra negra que avanzaba hacia
él, saliendo de la pantalla y extendiéndose por la habitación.
Diego observó horrorizado cómo la sombra negra avanzaba desde la pantalla, expandiéndose por la habitación en un movimiento lento pero inexorable. Cada rincón del cuarto parecía absorber la oscuridad, volviendo las paredes más estrechas y las sombras más profundas. La sensación de claustrofobia lo envolvía mientras trataba de entender lo que estaba sucediendo, nuevamente quería gritarles a sus padres, pero no podía.
Intentó desconectar la computadora con sus pies, pero las conexiones
parecían haberse deshecho, los cables estaban enredados y no podía. La figura
en la pantalla se hacía más tangible, y los contornos de la sombra comenzaban a
tomar forma humana.
El zumbido de la computadora, antes insignificante, se convirtió en un
sonido constante y molesto. Cada vibración parecía resonar en sus huesos, y el
aire se volvía más denso con cada minuto que pasaba, era complicado poder
respirar. Diego se dio cuenta de que no solo estaba enfrentando un fenómeno
extraño; estaba en medio de un evento que desafiaba toda lógica.
La figura en la pantalla se movió. Sus ojos eran dos huecos vacíos, pero su
mirada era penetrante, como si estuviera buscando algo en el fondo de su alma.
Un susurro bajo, casi inaudible, comenzó a llenar el espacio. Diego no podía
entender las palabras, pero el tono era claro: una invitación siniestra.
Desesperado, intentó cerrar el programa nuevamente, pero ahora la pantalla
estaba fuera de control. La figura en la pantalla se expandía y contraía como
si intentara atravesar la barrera entre el mundo digital y el físico. Las
sombras en el cuarto parecían moverse al ritmo del parpadeo de la pantalla,
como si la oscuridad misma estuviera respirando.
El sonido del teclado, en su intento por ingresar comandos para cerrar todo,
era como un eco lejano en un túnel. Diego sintió que su mente estaba a punto de
colapsar. Las coordenadas y la fecha del mensaje estaban en la parte inferior
de la pantalla, la fecha era para la noche siguiente.
Diego consiguió la fuerza necesaria para cerrar el programa de manera
forzada, y las luces de la habitación parpadearon violentamente antes de
apagarse por completo. La oscuridad fue total, y el sonido del zumbido de la
computadora se extinguió.
Mientras su visión se adaptaba a la oscuridad, notó un leve resplandor en el rincón del cuarto. Era su teléfono móvil, encendido, parpadeando en la oscuridad. La aplicación de Google Maps había abierto sola, y se mostraba una ubicación. La fecha y la hora habían cambiado para esa misma noche.
Con una mezcla de terror y determinación, Diego sabía que no podía evitarlo. La única forma de entender lo que había desatado y posiblemente detenerlo era enfrentar el misterio en el lugar indicado. Se preparó para salir.
La lluvia caía con fuerza cuando Diego abandonó su casa. La ciudad, normalmente un lugar de ruido y movimiento, ahora parecía vacía y silenciosa bajo el manto de la tormenta. Los pasos de Diego resonaban en las calles desiertas, y la sensación de ser observado venia de todas partes.
Llegó al lugar señalado por las coordenadas: un antiguo edificio abandonado
en las afueras de la ciudad. Las ventanas estaban rotas y las puertas, oxidadas
y desmoronadas. El edificio parecía un vestigio de tiempos pasados, cubierto
por la oscuridad y la lluvia.
Al entrar, el aire era frío y húmedo, y el crujido de las tablas bajo sus pies parecía amplificado por el silencio. La linterna reveló paredes cubiertas de grafitis y sombras que se movían en los rincones oscuros. La sensación de que algo estaba esperando por él aumentaba con cada paso.
Diego se adentró más en el edificio, y la linterna iluminó una sala central. En el centro había una mesa de metal cubierta por una tela negra. Se acercó con cautela, el corazón latiendo con fuerza. La tela estaba envuelta alrededor de algo, y, al retirarla, encontró un viejo ordenador con un monitor encendido, mostrando el mismo código que había visto en su pantalla en casa. Le dio “Enter”.
La pantalla parpadeó, y un nuevo mensaje apareció, esta vez en letras grandes y rojas:
"Bienvenido al final del juego. ¿Estás listo para conocer la
verdad?"
El frío se intensificó, y una presencia oscura pareció llenar la sala. Diego
se dio cuenta de que no estaba solo, y el verdadero horror estaba a punto de
comenzar.
El aire en la sala se volvía cada vez más gélido, como si la oscuridad misma
estuviera absorbiendo el calor. La pantalla del ordenador, con su código
parpadeante, proyectaba un resplandor ominoso en las paredes, que parecían
moverse como si respiraran. El mensaje en rojo seguía parpadeando, amplificando
la sensación de inminente terror.
La tela negra que cubría el dispositivo parecía estar cargada con una
energía extraña, como si estuviera ocultando algo más que solo hardware, notó
que la pantalla comenzaba a mostrar imágenes distorsionadas: rostros
desfigurados, sombras que se movían con agitación, y símbolos antiguos que
parecían estar llamándolo. Era como si la pantalla estuviera abriendo una
ventana a un abismo oscuro.
De repente, un estruendoso crujido llenó el aire. Diego se volvió hacia la
puerta, que se cerró de golpe con un ruido seco. El edificio estaba ahora
sellado, y el sonido de la lluvia contra las ventanas rotas parecía más lejano,
como si estuviera atrapado en una burbuja de terror. La desesperación lo
invadió mientras se daba cuenta de que no había forma de escapar.
Volvió a mirar el ordenador, donde el código en pantalla ahora formaba un
mensaje nuevo y aterrador:
"Te hemos estado esperando. Cada elección, cada acción, te ha
llevado a este momento. Estás dentro de nuestra red, y no puedes escapar."
Una sensación de horror abrumador se apoderó de él. Las sombras en la sala
comenzaron a retorcerse más intensamente, y una presencia oscura parecía
manifestarse. El aire se volvió más denso, y un murmullo inaudible llenó el
espacio, como si múltiples voces estuvieran hablando al mismo tiempo.
Diego intento ver la pantalla. Apareció un rostro, deformado y arrugado, con
ojos que parecían seguirlo desde el otro lado de la pantalla. La imagen estaba
acompañada por un sonido de respiración pesada, que hacía eco en la sala.
El monitor parpadeó y la imagen se desvaneció, reemplazada por una escena
perturbadora: el propio Diego, pero en un contexto que no podía reconocer, como
si estuviera en un mundo distorsionado. El rostro en la pantalla parecía gritar
sin sonido, y la desesperación en sus ojos era palpable. La visión era tan
vívida que sentía que estaba mirando a través de un portal hacia su propio Yo.
En un intento desesperado, Diego trató de desconectar el ordenador, nuevamente
no podía moverse y gritar. Los cables parecían estar vivos, moviéndose por sí
solos como serpientes. Sintió un frío intenso que lo envolvía. Las sombras
comenzaron a moverse y una sombra gigantesca emergió de la pantalla,
extendiéndose por la sala.
El terror alcanzó su clímax cuando la sombra se transformó en una figura
humanoide, de piel oscura y ojos resplandecientes. La figura avanzó hacia Diego,
moviéndose con una agilidad antinatural. La presencia estaba cargada con una
maldad palpable, y el aire parecía vibrar con una energía que lo aterrorizaba.
Diego logro moverse y se levantó tambaleándose, y en un grito de desesperación, se lanzó hacia la puerta, intentando abrirla con todas sus fuerzas. Pero la puerta estaba sellada por una fuerza invisible, y el terror de estar atrapado en ese lugar comenzó a consumirlo.
La figura apareció frente a él, sus ojos resplandecían con un brillo
siniestro. Una voz distorsionada, como un eco lejano, comenzó a hablar:
"Este es tu destino, Diego. No puedes escapar del abismo que
has desatado. Tu curiosidad te ha llevado al borde, y ahora enfrentarás las
consecuencias."
El aire se volvió aún más frío, y el terror alcanzó su punto máximo cuando
la figura extendió una mano hacia él. Diego sintió una presión invisible sobre
su pecho, como si la sombra misma estuviera aplastando su voluntad. Con un
grito desgarrador, se desplomó al suelo, y el cuarto quedó sumido en una
oscuridad profunda.
El ordenador parpadeó una última vez antes de apagarse.
La sala comenzó a distorsionarse y a girar, como si el espacio mismo
estuviera cambiando.
De repente, Diego despertó en su cama. –“¿te encuentras bien? ¡Estabas
gritando hijo!” comento su padre, su madre entro por la puerta con chocolate
caliente y bombones, - “¡Hijo mío tuviste una pesadilla, deja de mirar ese
Instagram antes de dormir Diego!”, mientras lo abrazaba y le daba su bebida
favorita.
La pantalla de su computadora parecía tener sombras entre la oscuridad. Como si alguien estuviera dentro, Diego tomo su chocolate y les dijo a sus padres, “¡por un momento pensé que estaba encerrado!” mientras sonreía de manera maldosa hacia la pantalla. Del otro lado de la pantalla en total oscuridad se escuchaban unos gritos intensos que se perdían en el vacío, alguien golpeaba la pantalla por dentro tan fuerte y con tanta desesperación que había sangre y sonido de huesos rotos, el dolor, el miedo y la desesperación eran enormes…
…el que estaba adentro era Diego. Por fin podía gritar y moverse con fuerza,
pero era inútil, el podía ver todo con claridad y escuchar perfectamente a
todos, pero estaba solo en un vacío sin fondo, sólo estaba él.
Su otro yo cuántico había tomado el
control de su cuerpo y estaba listo para vivir la vida perfecta de Diego.
Diego vio su propia casa por años, golpeo hasta quedarse sin huesos en los
brazos y grito hasta perder la voz. Su madre un día entró en la sala con una
sonrisa cálida, llevando una bandeja con chocolates y dulces. El ambiente era
acogedor y familiar, Diego gritaba desesperadamente, golpeando la pantalla,
intentando hacerse notar por ultima vez.
El otro yo cuántico de Diego, se acercó al ordenador y comenzó a borrar un viejo reel de una cuenta de Instagram. Miró con una sonrisa fría y satisfecha a su Madre y le dijo:
" Lo que empieza como curiosidad puede llevarte a lugares
inimaginables. ¡Gracias por esperar mi regreso Madre!"
La ambigüedad en sus palabras jamás nos dira si sus padres lo sabían o no.
El verdadero Diego continúa atrapado en algún monitor, viendo y sintiendo el
terror mientras su otro yo cuántico vive una vida entre nosotros.
Hay quienes dicen que han encontrado el código en una libreta de Snoopy abandonada
en un edificio, incluso algunos otros dicen que alguien logro ver el monitor
mencionado y tenia una USB, la USB tenia una carpeta, con unas instrucciones y
un código extraño.
¿Te atreverías a abrir esa carpeta?
No sabemos si todo esto es real o no ¿Cómo saber si las personas que nos
rodean son las correctas o en algún momento cambiaron? ¿Alguien que conoces de
repente se ha tornado diferente? La puerta a lo desconocido siempre estará
abierta.
Si te dijera que tengo la carpeta con el código…
¿Te atreverías a abrir la puerta al misterio?
¡VIVE UNA EXPERIENCIA INMERSIVA!
En lo
profundo de la Deep Web, descubrimos unas coordenadas enigmáticas. Allí,
en medio de la oscuridad, encontramos un monitor antiguo que, contra toda
lógica, cobraba vida por sí mismo. Frente a él, una USB que contenía un
archivo cuyo contenido jamás nos atrevimos a abrir.
Ahora, tú
tienes en tus manos la oportunidad de abrir ese archivo. "El Código
Secreto" te espera, guardando un misterio que podría cambiar tu
realidad para siempre. La curiosidad te ha traído hasta aquí, pero ¿te
atreverás a abrir la carpeta y seguir las instrucciones?
Este no es
un simple archivo... es la puerta a lo desconocido.
Tu participación directa en esta historia: Serás tú quien tome la decisión de abrir o no la carpeta. ¿Te atreves a descubrir lo que otros temen?
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